Segunda propuesta de investigación presentada a la NSF:
RELACIONES REGIONALES DE TIWANAKU Y USO DE TIERRAS EN EL PERÍODO FORMATIVO EN COCHABAMBA, BOLIVIA

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Investigación Tiwanaku

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1. INTRODUCCION

      Los arqueólogos han considerado por mucho tiempo la complementaridad ecológica como una parte prevaleciente e importante de la organización política y económica de la población prehispánica andina. La noción que las poblaciones prehispánicas buscaron deliberadamente explotar áreas productivas en otras alturas se deriva ampliamente de las descripciones etnohistóricas y los estudios etnográficos de las poblaciones modernas (Condarco 1972; Brush 1974; Murra 1975). Durante las últimas dos décadas, la distribución regional de restos arqueológicos de sociedades altiplánicas o serranas se ha explicado generalmente como resultado de la verticalidad. A su vez, la variación regional en conjuntos de artefactos o preferencias estilísticas ha sido con frecuencia interpretada en el contexto de diferentes formas de verticalidad (Masuda et al. 1985; Stanish 1985, 1992). La complementaridad ecológica a pequeña escala ha sido bien documentada en tiempos modernos. No es sorprendente que los arqueólogos hayan con frecuencia buscado extender el modelo de verticalidad a las formaciones políticas más complejas del mundo prehispánico, arguyendo que sociedades como el imperio Inca (Dillehay 1979) y el imperio Wari (Isbell 1977; Raymond 1992) siguieron deliberadamente una política de expansión vertical para explotar recursos no disponibles localmente.

      Una de las grandes sociedades prehispánicas para las que se ha propuesto un patrón de verticalidad es el estado altiplánico de Tiwanaku, que dominó los Andes Centro-Sur siete siglos antes que el estado Inca. Al tratar la expansión imperial de Tiwanaku, Alan Kolata (1992:81) ha afirmado recientemente: "Hay evidencias substanciales y crecientes que Tiwanaku colonizó directamente y controló subsecuentemente recursos económicos clave en las regiones más bajas." (traducción propia) Más adelante agrega: "la fuerza fundamental que motivó la colonización agrícola de Tiwanku en las zonas yungas fue la expansión del cultivo de productos de prestigio, en particular el maíz,..." (1992:81; traducción propia). No obstante la decidida afirmación de Kolata, la idea que las evidencias de estilo Tiwanaku encontradas en las vertientes orientales de los Andes, en la abrigada región yunga o mesotérmicas del Valle de Cochabamba, representan verticalidad imperial (y no otras formas de interacción) es una suposición más que una constatación.

      La investigación propuesta examinará la hipótesis de Kolata comparando cambios en las relaciones entre sociedades y la tierra y en las actividades productivas en dos zonas ecológicamente distintas del Valle de Cochabamba en las que se encuentran evidencias Tiwanaku. Ambas zonas son adecuadas en para el cultivo de maiz, pero se diferencian en la riqueza de elementos esenciales para su cultivo agua y calidad de tierras. Dicho en forma más simple, si el motivo de la expansión Tiwanaku al Valle de Cochabamba era la adquisición de productos agrícolas de las zonas bajas, esperaríamos ver una mayor presencia de Tiwanaku en esas zonas.

      Debido a que esta investigación requiere documentar patrones de asentamiento y de uso de tierras en tiempos pre-Tiwanaku (período Formativo e Intermedio Temprano) en cada área, como punto de partida comparativo, espero que mi investigación proporcione nuevos conocimientos sobre otros aspectos de interés para los estudiosos de los Andes prehispánicos. La arqueología está experimentando un renovado interés en los efectos que la interacción con una sociedad estatal puede producir sobre sociedades menos complejas de la periferia (Shortman y Urban 1987; Champion 1989; Chase-Dunn y Hall 1991). El estudio propuesto ofrece una oportunidad de explorar la forma como la interacción con Tiwanaku puede haber afectado dos poblaciones de Cochabamba. Más aún, al examinar las cambios de los asentamientos en cada área de estudio, y los tipos y distribución intrusiva en el sitio de evidencias de estilo Tiwanaku, desarrollaré información importante para, en última instancia, determinar qué procesos - colonización directa, alianzas con las élites locales, comercio intensivo, intercambio de productos de prestigio - dieron como resultado la presencia de evidencias de estilo Tiwanaku en cada área.

2. ENFOQUES ARQUEOLOGICOS A LA VERTICALIDAD PREHISPANICA

      Esta investigación se aproxima en forma diferente al criterio arqueológico de verticalidad. Los enfoques tradicionales se concentran típicamente en los conjuntos de artefactos de sitios particulares, presentan comparaciones de artefactos con los de zonas altiplánicas, y documentan la distribución regional de estilos de cerámica (Dillehay 1979; Mujica 1985; Goldstein 1989, 1990; Raymond 1992; Stanish 1992). Como lo señalan Marcus y Silva (1988), tales enfoques no han resultado ser muy determinantes en documentar o elucidar la naturaleza de la interacción interregional. En contraste con estos enfoques tradicionales, mi investigación se concentra en los cambios en las relaciones sociedades vs. uso de tierras y en la producción agrícola. Dado que el motivo detrás de la verticalidad casi siempre se atribuye a la adquisición de recursos agrícolas fuera del altiplano (Kolata 1992), un proyecto que incorpore la evaluación de la producción agrícola apunta a la esencia del concepto de verticalidad.

      Tradicionalmente, los arqueólogos han usado los correlaciones siguientes como ejemplos de la "verticalidad" de Tiwanaku: sitios intrusivos con evidencias de estilo Tiwanaku (e.g. Goldstein 1989, 1990), variación intrusiva en el sitio de conjuntos de cerámica, comprendiendo estilos locales; evidencia de la presencia permanente de poblaciones del altiplano en aldeas, formando asentamientos multiétnicos (Murra 1975; Mujica et al. 1983:97-101; Stanish 1989), y compartiendo territorios (Saignes 1986), o la construcción de nuevos asentamientos con estructuras administrativas en estilo Tiwanaku (Goldstein 1989:20; 1993). Cualquiera de estas opociones puede aparecer en Cochabamba.

      Mi enfoque de la verticalidad Tiwanaku no presupone un mecanismo de complementaridad particular o forma de organización vertical (e.g., colonias, comercio, alianzas políticas; ver Brush 1974; Condarco 1978; Oberem 1978; Salomon 1985). Aún si Tiwanaku no instala colonias en Cochabamba, podríamos esperar ver cambios en las relaciones hombre-tierra como resultado de la interacción con la sociedad Tiwanaku. Por lo tanto, no estoy examinando un modelo específico del sistema de verticalidad - como el modelo archipiélago -, sino la simple proposición, explícitamente enunciada por Kolata, de que Tiwanaku se interesaba en las zonas bajas por su potencial agrícola. En efecto, hay varias maneras en que ese interés pudo haber sido puesto de manifiesto: colonialismo y archipiélagos, comercio, alianzas políticas; y, si Kolata está en lo cierto, esperaríamos encontrarlas concentradas en las zonas de cultivo de maíz. Esta investigación se concentrará en analizar los cambios potenciales en el uso de la tierra. En resumen, en áreas de potencial agrícola diferentes de las zonas bajas. Si Kolata está en lo cierto, esperaría encontrar la presencia de evidencias de estilo Tiwanaku correlacionadas espacialmente con las tierras más productivas de la región que reflejen mecanismos de extracción de recursos. El asentamiento Tiwanaku, el control de la zona, o la interacción intensa deberían reflejarse en una mayor proporción de cerámica importada, o la presencia de cerámica de arcilla local con iconografía y formas Tiwanaku, que demuestren una relación estrecha con la sociedad Tiwanaku (Dillehay 1979; Stanish 1989). Compararé los conjuntos Cochabamba con aquellos de otros sitios Tiwanaku, tales como Omo, considerado como una colonia Tiwanaku en el Valle de Moquegua, y el Valle de Azapa, sujeto aparentemente a una clase de interacción diferente con Tiwanaku, así como con Atacama (Berenguer 1976). El trabajo futuro, basado en esta información, permitirá evaluar la forma de expresión de este interés o identificar el modelo de interacción entre Tiwanaku y Cochabamba.

      Esta investigación, por lo tanto, ampliará los medios arqueológicos usados para explorar la verticalidad en los Andes prehispánicos concentrándose en evidencias de uso de la tierra y productividad del suelo, y en el interés diferencial de Tiwanaku en las áreas productoras de maíz y en las que no se cultiva este producto.

3. PREVIAS INVESTIGACIONES SOBRE LA EXPANSION DE LA SOCIEDAD TIWANAKU

      La sociedad Tiwanaku dominó los Andes Centro-Sur entre ca. 400-1200 d.C. (Kolata 1987). La capital, Tiwanaku, situada al sur del Lago Titicaca en la actual Bolivia, cubría en su apogeo unas 400 ha., contaba con numerosos monumentos arquitectónicos (Bennett 1936; Ponce 1972, 1989) y una población estable de 20 a 40,000 habitantes. La concentración urbana en el núcleo Tiwanaku era abastecida por una amplia producción agrícola de tubérculos y granos altiplánicos en un extenso sistema de campos elevados (Kolata 1986, 1989). El estudio del valle de Tiwanaku ha revelado una jerarquía de asentamientos de cuatro niveles, un patrón indicativo de una organización de nivel estatal (Albarracin-Jordan and Matthews 1990). La capital estaba rodeada de una serie de sitios secundarios (e.g. Lukurmata, Pajchiri, Khonko, Wankani), cada uno de ellos asociado con extensiones de campos agrícolas.

     Cada uno de estos sitios secundarios cuenta con una cantidad menor de arquitectura pública de estilo Tiwanaku, comprendiendo templos semisubterráneos (Spickard 1985; Bermann 1990; Goldstein 1993; Stanish and de la Vega n.d.).

      La cerámica y otros objetos elaborados con el característico estilo Tiwanaku se encuentran ampliamente distribuídos en los Andes Centro-Sur, desde los valles costeños del sur del Perú y del norte de Chile hasta la vertiente oriental andina. La distribución de estos objetos exhibe una gran variación, encontrándose diferentes tipos y cantidades de artefactos de estilo Tiwanaku en diferentes regiones. Los mecanismos que motivaron esta distribución de objetos de estilo Tiwanaku, y su gran variación regional, ha dado lugar por largo tiempo a un intenso debate (Serracino 1980; Browman 1980; Muñoz 1983; Oakland 1985; Bermann 1990; Stanish 1992).

      Se han propuesto cuatro explicaciones generales en la literatura para explicar la distribución de evidencias de estilo Tiwanaku en los Andes Centro-Sur. La primera considera que la distribución de objetos es el resultado de la expansión imperial de Tiwanaku fuera de la cuenca del Titicaca, y que la conquista y el establecimiento de colonias tenían por objeto la extracción de recursos de las zonas bajas (Ponce 1972; Moseley et al. 1991; Céspedes 1992, pers.comm.). Una segunda propone el crecimiento de un sistema archipiélago donde colonias implantadas explotaban nichos territoriales discontínuos (Mujica 1985; Kolata 1987; Berenguer and Dauelsberg 1989; Goldstein 1989, 1990). La tercera hipótesis sostiene que las evidencias de estilo Tiwanaku se diseminaron espacialmente a través de redes de comercio dirigidas por el centro Tiwanaku (Nuñez y Dillehay 1979; Browman 1980, 1984; Lynch 1983, 1988). Finalmente, una cuarta posibilidad considera que la expansión Tiwanaku tiene una naturaleza puramente ideológica o ritual, desprovista de control político o intenciones colonizadoras (Browman 1978; Wallace 1989; Kolata 1992). Algunos investigadores (Berenguer et al. 1980; Byrne 1984; Browman 1985; Mujica 1988:101-107) han también propuesto combinaciones de mecanismos paralelos o secuenciales utilizados por Tiwanaku en distintas regiones.

      Se sabe desde hace mucho tiempo que en la región de Cochabamba había presencia de evidencias de estilo Tiwanaku (Bennett 1936; Byrne 1984; Ibarra 1944). Dos de las explicaciones mencionadas se han considerado específicamente para interpretar la relación entre la sociedad Tiwanaku y la región de Cochabamba: (1) que la región de Cochabamba interactuaba con el sistema Tiwanaku a través de un sistema de redes de larga distancia, y que los objetos Tiwanaku entraban a los valles de Cochabamba por medio de redes de comercio existentes (Browman 1980); y (2) que la sociedad Tiwanaku estableció colonias aplicando el modelo de verticalidad en la región de Cochabamba buscando deliberadamente recursos básicos, maíz, y coca de las zonas yunga (Goldstein 1989; Kolata 1992:80). Estas hipótesis de interacción se han basado solamente en comparaciones casuales de artefactos de estilo Tiwanaku en Cochabamba con conjutos procedentes de lo que se considera colonias Tiwanaku en Moquegua, Peru (Goldstein 1990). Ninguna de estas dos posibilidades ha sido examinada arqueológicamente para Cochabamba.

      Para el propósito de esta investigación, supondré que las diferencias entre conjuntos de artefactos de estilo Tiwanaku correlacionados con cambios en la ubicación de los asentamientos o cambios de densidad en las dos áreas de investigación, reflejan diferentes formas de interacción con Tiwanaku. Los enfoques tradicionales para interpretar las evidencias fuera del núcleo de Tiwanaku están generalmente dedicados a estudiar solamente conjuntos de artefactos de estilo Tiwanaku, con el fin de reconstruir las estrategias del estado Tiwanaku (Stanish 1992). Al contrario, este proyecto se concentrará en enfocar los asentamientos y los patrones de subsistencia para discernir la complementaridad Tiwanaku.

4. LA REGION DE COCHABAMBA

      Los valles de Cochabamba, situados a 400 kms. al sureste de Tiwanaku, se encuentran en las vertientes subtropicales orientales de los Andes bolivianos, a una altura promedio de 2700 m.s.n.m. Se extienden de oeste a este en un área de aproximadamente 2500 km² (Figura 1).

      Esta región ofrece el ambiente ideal para abordar cuestiones relacionadas con la interacción provincial de Tiwanaku por tres razones: (1) las fuentes etnohistóricas demuestran que la región fue explotada activamente para la producción de maíz por las sociedades altiplánicas, tales como los reinos Aymara y el imperio Inca, en épocas prehispánicas tardías (Murra 1975; 1985a, 1985b; Dillehay 1979; Wachtel 1982); (2) es un área donde una sociedad altamente compleja (Tiwanaku) habría interactuado con sociedades periféricas menos complejas; y (3) se ha supuesto por mucho tiempo, en base a analogías etnohistóricas, que Cochabamba estaba incorporada, de una u otra forma, al sistema político-económico de Tiwanaku.

Prehistoria de Cochabamba

      El estudio arquelógico sistemático en Cochabamba ha sido escaso. Se han identificado varios estilos locales de cerámica para el período Formativo (ca. 2000 AC-d.C. 400; Rydén 1952, 1961; Byrne 1964; Brockington et al. 1985, 1986, n.d.; Brockington y Sanzetenea 1989; ver Cuadro 1), pero las relaciones cronológicas y geográficas entre estos estilos y las tradiciones posteriores son aún desconocidas. Para el siguiente período, los arqueólogos han definido la tradición Tupuraya en el Valle Central (Rydén 1959; Ibarra 1971); la tradición Mojocoya en el valle de Mizque; la tradición Omereque Polícroma en la zona de Aiquile (Anderson, pers.comm. 1992); y, dos fases Tiwanaku locales, Illataco y Piñami (fases Tiwanaku IV y V del altiplano, respectivamente; Céspedes, pers.comm. 1992). Se han documentado objetos de estilo Tiwanaku en la superficie de sitios, en contextos de tumbas (Ponce 1972: fig. 10; Byrne 1984; Tapia 1984) y se han recuperado de excavaciones estratigráficas (Bennett 1936; Brockington et al. 1985. Sin embargo, las relaciones de estos estilos (e.g., como la hipótesis de que Tupuraya precedió e influyó en Tiwanaku en la región; Mujica, pers.comm. 1993) deben aún ser esclarecidas. Prácticamente nada se sabe de la organización sociopolítica en los Valles durante el período Formativo y el posterior período Horizonte Medio Tiwanaku. La ausencia de grandes centros o la falta de pruebas de la integración política, sugiere que las poblaciones de Cochabamba estaban organizadas en sociedades más simples - igualitarias o simples cacicazgos - a diferencia de las poblaciones altiplánicas.

Areas de investigación

      Los Valles de Cochabamba comprenden dos zonas principales: (1) un bioma de bosque montañoso semiarido en el Valle Central de Cochabamba y aledaños (2200-2800 m.s.n.m.); y (2) y un bioma de bosque de estepas montañosas espinosas en valles orientales (1800-2300 m.s.n.m.). Se definió un área de investigación en cada una de estas zonas con el fin de proporcionar bases de datos comparables que son esenciales para la identificación de variables ecológicas y productivas de interacción importantes entre las poblaciones del período Formativo local y la sociedad de Tiwanaku en Cochabamba. Las características distintivas del medio ambiente de las dos áreas permitirán un mejor control de variables clave (p.e., potencial agrícola debido a factores como agua y calidad de tierras, grado de complejidad política preexistente, distancia del núcleo político de Tiwanaku). El análisis de diferencias en estas variables son necesarias para una mejor comprensión de la interacción diferencial entre la sociedad Tiwanaku y las poblaciones periféricas. La inspección visual de ambas áreas ha revelado la existencia de ocupaciones prehistóricas de los períodos Formativos y Tiwanaku.

5. PREGUNTAS DE LA INVESTIGACION

      El objetivo principal de esta investigación es determinar si las dos áreas distintas de investigación difieren en términos de interacción con Tiwanaku. De ser así, exploraré la posibilidad de explicar la interacción diferente en relación al potencial de producción de maíz, o en relación a modelos preexistentes de interacción regional. Como anteriormente se ha mencionado, si la hipótesis de Kolata es correcta, esperaría encontrar una interacción diferencial con Tiwanaku en estas dos áreas de investigación: con una mayor densidad de artefactos de estilo Tiwanaku en sitios de la zona de producción de maíz (Independencia), objetos Tiwanaku en sitios asociados más estrechamente con terrazas, o cambios de los asentamientos durante el período Tiwanaku hacia zonas de una óptima producción de maíz. Las preguntas específicas de la investigación son las siguientes:

(1) ¿Cuál es la relación espacial de los asentamientos del período Formativo (PreTiwanaku) con las características ecológicas, tipos de suelo, e infraestructura agrícola en cada área?;

(2) ¿Qué tipos de objetos de estilo Tiwanaku aparecen en cada una de las áreas de investigación y cómo se distribuyen entre sitios y zonas productivas?

(3) ¿Qué cambios en la ubicación de los asentamientos, en la extensión del sitio, y en las actividades productivas, siguieron a la aparición de evidencias de estilo Tiwanaku?

      Aún cuando no espero que los resultados de la investigación sean tan simples y definidos como los que se mencionan más adelante, delinearé brevemente varias consecuencias amplias de las tentativas de Tiwanaku para adquirir maíz, y sus correlaciones arqueológicas.

      Este proyecto se ha planteado para considerar la hipótesis de Kolata en dos niveles: (1) la comparación de los registros arqueológicos de dos zonas de investigación ecológicamente disímiles; y (2) el examen de los posibles cambios de asentamientos dentro de cada área. Como se ha señalado anteriormente, esperaríamos encontrar, dado el interés de Tiwanaku en el maíz y la coca, mayor evidencia de la interacción Tiwanaku con la mejor zona de cultivo de maíz (Mizque), a pesar de estar esta zona bastante más alejada de Tiwanaku. Sin embargo, si no hubiere evidencias de una interacción diferencial entre Tiwanaku y las dos áreas de investigación, no podemos descartar la hipótesis de Kolata. Más bien, examinaremos los cambios de los asentamientos a través del tiempo dentro de cada área.

      Si la hipótesis de Kolata es correcta, esperaríamos encontrar que sitios con proporciones relativamente altas de objetos de estilo Tiwanaku estuviesen relacionados espacialmente con lugares de condiciones agrícolas óptimas (basadas entre otras, en los tipos de suelo, elevación, régimen de temperaturas, y precipitaciones). De igual manera, con base a analogías en otros lugares de los Andes, esperaríamos encontrar una producción intensa de maíz asociada con un cambio de asentamientos hacia lugares adyacentes a terrenos agrícolas de primer orden, pero no en ellos mismos (Schreiber 1987; Drennan and Quattrin 1993).

      Por otro lado, si la hipótesis de Kolata no es correcta, esperaríamos encontrar que la distribución espacial de evidencias de estilo Tiwanaku tiene poca relación con el potencial de producción de maíz. Asimismo, no esperaríamos encontrar en ninguna de las dos áreas evidencias de una producción intensa de maíz en la forma de cambios de asentamientos. Si este fuere el caso, no veríamos cambios en los patrones de uso de la tierra del período Formativo, y los asentamientos estarían ubicados en el mejor lugar para cultivar una variedad de zonas de recursos, y no en las mejores tierra para la producción de maíz.

      La situación se complicará por cualquier diferencia preexistente en los asentamientos y en el uso de la tierra entre las dos áreas. Por ejemplo, el asentamiento del período pre-Tiwanaku en Capinota puede haber sido preparado para la máxima producción de maíz. En este caso, la interacción con Tiwanaku no produciría cambios notables en la ubicación de los asentamientos. Finalmente, la ubicación de los asentamientos está condicionada tanto por consideraciones sociopolíticas como variables ambientales y necesidades de subsistencia. De manera que el reconocimiento de los efectos de la interacción Tiwanaku en los asentamientos locales, o los esfuerzos prehispánicos para cultivar el maíz en todo su potencial, será un proceso difícil que requerirá una cuidadosa ponderación de los patrones de asentamiento y artefactuales al nivel regional, y entre las regiones estudiadas.

6. ESTRATEGIA DE LA INVESTIGACION

      El trabajo de campo principal consistirá en la prospección de asentamientos por muestreo estratificado, que se complementará con una recolección aleatoria de muestras de superficie, y pozos de prueba limitados. La prospección de los asentamientos tendrá dos objetivos principales: (1) registrar la distribución espacial de los asentamientos en zonas particulares de recursos y de potencial agrícola productivo (Steponaitis 1981); y (2) documentar una parte de la variedad de asentamientos distribuídos en cada área. La prospección no tiene el propósito o la intención de encontrar tipos de sitios bajos poco comunes, tales como centros regionales, o de proporcionar información sobre la variedad de asentamientos en cada área. Más bien, esta estrategia ofrecerá una base firme para evaluar la relación entre el potencial agrícola y los tipos de sitios más comunes - probablemente aldeas y caseríos.

      Por mucho tiempo se ha reconocido que la prospección regional de asentamientos es una herramienta poderosa para investigar la explotación de territorios aledaños por pueblos agrícolas. Más aún, con el reciente desarrollo de técnicas computarizadas que analizan prontamente las interrelaciones de ubicación de sitios, las distancias sociales, y las variables ecológicas, la información de las prospecciones regionales se ha utilizado para obtener un entendimiento cada vez más refinado de los determinantes de las ubicaciones de los asentamientos. En especial, instrumentos como el de Sistemas de Información Geográficos (SIG) han sido de gran valor para elucidar los motivos latentes de patrones de asentamiento particulares y para moldear las intenciones de los pueblos prehistóricos al decidir dónde ubicarse.

      Las técnicas de SIG serán de importancia para: (1) identificar tierra agrícola de primer orden; y (2) determinar la ubicación óptima de los asentamientos para explotar estas tierras. Estos patrones predictivos pueden luego compararse a los patrones arqueológicos para: (3) evaluar si el cultivo de maíz en todo su potencial fue un factor determinante del asentamiento, y (4) medir otros factores potencialmente importantes para estructurar el asentamiento (e.g., mantenimiento de zonas de captación de recursos; proximidad de diversas zonas ecológicas; proximidad de pasos hacia los valles; distancia del agua); y (5) explorar si la ubicación de los asentamientos de los períodos Formativo, Tiwanaku y Post-Tiwanaku fueron estructuras, o puede ser "explicada" por los mismos factores, o preferencias de los habitantes.

      Debe reconocerse que la estratégia del estudio proporcionará información de un tipo pero no de otro. Tal como lo señalo Kintigh, la disyuntiva al llevar a cabo una prospección es con frecuencia la decisión de examinar un área grande, o de cubrir exhaustivamente una más pequeña (1990:239). Dada la necesidad de examinar relaciones hombre-tierras, el contexto ambiental de los sitios (Kowalewski y Fish 1990:20), y la distribución de artefactos a nivel regional, he optado por una prospección estratificada de muestras aleatorias que me permitirá obtener una base de datos amplia y consistente cubriendo un área más amplia (Whalen 1990). Es evidente que la información obtenida con esta estratégia no me permitirá reconstruir jerarquías de asentamientos (Johnson 1981; Crumley 1979); Evans y Gould 1982), pero esta información no es relevante para las interrogantes expresadas anteriormente. La información que sí es relevante se refiere a la relación espacial entre sitios y a las variables de la producción agrícola, y la estrategia de la prospección proporcionará los grupos de datos necesarios.

      Por medio de un muestreo probabilístico espero obtener grupos de datos adecuados para plantear inferencias generales sobre un universo mayor, aplicando medidas estadísticas completas. El amplio número de "observaciones" proporcionado por esta estratégia (vs. una unidad de muestreo en una prospección de 100% de un área más pequeña) ayudará a estrechar el margen de error de las estimaciones (e interpretaciones) basado en la población de muestreo.

      Además de registrar el tamaño de sitios, la elevación, la ubicación y la densidad superficial de artefactos para cada sitio, examinaré las asociaciones productivas de cada sitio con referencia a tipos de suelo particulares (caracterizados por nutrientes, retención de agua, y por lo tanto, diferentes niveles de productividad), características agrícolas tales como terrazas y canales, proximidad a otros tipos de suelo, distancia del agua de los campos, etc. Utilizando el sistema SIG GRASS, se indexarán estas características contra variables relacionadas a las actividades agrícolas tales como patrones de precipitación y zonas de vegetación. Las estimaciones de productividad de maíz por hectárea se basarán parcialmente en cifras de uso moderno de la tierra, pero reajustadas para poder estimar la productividad prehistórica (cf. Kirkby 1973).

      El análisis de asentamientos para cada período en cada área conllevará: (1) la medición de la extensión y área total de ocupación como una medida relativa de la población; (2) el registro de la presencia o ausencia de arquitectura administrativa y su cantidad relativa; (3) el registro de la distribución de cerámica importada y otros bienes de prestigio y su asociación con objetos locales (e.g., estilos de cerámica "provincial"; Smith 1987; Costin y Earle 1989; Hodge y Minc 1990); y, (4) el registro de la ubicación de sitios y características de tecnología agrícola como terrazas y canales en relación a aspectos ecológicos, de productividad del suelo y topografícos. Estas medidas me permitirán controlar el desarrollo de patrones de uso de tierra así como cambios demográficos relativos y generales (basados en área se ocupación; Sanders et al. 1979; Kowalewski et al. 1989). Se utilizará también el análisis de captación de recursos para considerar la relación entre la capacidad productiva de lotes de tierra y asentamientos individuales (Vita-Finzi y Higgs 1970; Brumfiel 1976; Drennan y Quattrin 1993).

Trabajo de campo

      El paso inicial para la prospección de asentamientos será la estratificación de las dos áreas de 200 km² de acuerdo a zonas ecológicas y topográficas (e.g., pastizales de vertientes más altas; vertientes medias con arbustos, y llanuras aluviales ribereñas). Este procedimiento garantiza que las medidas relacionadas con aspectos topográficos y ecológicos asociados con el sitio o sitios dentro de la cuadrícula pueda ser documentado (Read 1986). En base a mis evaluaciones preliminares de la extensión y densidad de los sitios, dividiré los estratos en cuadrículas (de 4 ha. de extensión), y seleccionaré aleatoriamente una muestra de las cuadrículas para su prospección. Una muestra de 200 cuadrículas por cada estrato (una fracción simple de .12) es una muestra (N=600; ca. 24 km²) mayor que la muestra que se requiere para hablar con un grado alto de precisión y confiabilidad (95% de confiabilidad). Se registrarán los sitios y artefactos encontrados fuera del área de la muestra, pero no se considerarán en las inferencias que se hagan del conjunto de muestras de artefactos. Los participantes en la prospección caminarán en líneas paralelas de 33 m. (lo que asegurará una probabilidad de 95% para encontrar sitios mayores de 30 m²; Sundstrom 1993). He formado tres equipos de tres personas cada uno para cubrir 3 cuadrículas por día, durante un período de trabajo de 80 a 85 días en cada área de investigación. Esta estimación comprende también la recolección de superficie. Durante el proceso de estudio de las unidades seleccionadas en el campo espero encontrar problemas ocasionales en llevar a cabo el registro, como en aquellas que se encuentren en tierras privadas; en cada uno de estos casos, la población del muestro será debidamente reemplazada.

      Con anterioridad a la prospección: (1) definiré en los mapas los límites definitivos de las zonas de drenaje que se examinarán; (2) definiré los estratos ecológicos y topográficos de las áreas de investigación; (3) sobrepondré una rejilla de norte a sur (cuadrículas de 4 ha.) en las zonas de estudio; (4) seleccionaré aleatoriamente la muestra de cuadrículas que se estudiarán; y (5) prepararé láminas basadas en los mapas topográficos (escala 1:10,000) para registrar los límites espaciales de la diseminación de artefactos y la ubicación precisa de los lotes de recolección de tiestos. La extensión de un sitio será definida por una diseminación de tiestos en la superficie o por características arquitectónicas; sin embargo, no se espera que los sitios se conformen a categorías preestablecidas tales como aldeas, ya que bien pueden ser representativas de estructuras únicas representando casas-habitación aisladas en un patrón de asentamiento disperso (Drennan 1985).

      Para cada sitio se elaborarán formularios de datos y mapas esquemáticos. Para sitios más grandes, o para aquellos que tengan razgos arquitecturales visibles, se elaborarán mapas instrumentales. También se registrará el grado de perturbación generado por la labranza moderna, por saqueos, erosión de la vertiente y otros factores que afecten la visibilidad de cada sitio, para considerar posteriormente su implicancia en los resultados de la prospección.

      En cada sitio se realizarán recolecciones aleatorias de de artefactos de superficie. Las líneas paralelas de las unidades de recolección, de 10 m. de ancho, orientadas aleatoriamente, porporcionarán una muestra de la densidad y de los tipos de artefactos en la superficie (Redman 1974; Plog 1986). La recolección de cerámica de superficie en los sitios de estudio me permitirán: (1) ubicar la distribución espacial de los estilos de cerámica dominantes y la posible especialización de función en cada sitio; (2) comparar la distribución entre sitios de conjuntos de cerámica dentro y entre las áreas de investigación; (3) controlar cambios estilísticos en los conjuntos locales; y (4) estimar el área de ocupación en diferentes períodos en cada sitio.

      Se excavará un número limitado de pozos de prueba en lugares predeterminados seleccionados (5 pozos en cada área de investigación). Estos serán importantes para: (1) establecer controles cronológicos más precisos; y (2) analizar relaciones de artefactos suelo-subsuelo para evaluar la confiabilidad de la información recogida en la superficie. Los pozos de prueba de 1 x 1 m. se excavarán en capas estratigráficas naturales con niveles de control de 10 cm. La tierra se cernirá en coladores de malla de 1/4". Se escogerán de preferencia lugares de acumulación de desechos estratificados para las excavaciones de prueba.

      Los análisis de laboratorio en Cochabamba se concentrarán en reunir los datos de los artefactos relativos a su calidad, cantidad y ubicación, calculando los índices de diversidad y proporción, y afinando la secuencia de cerámica de Cochabamba. Examinaré los atributos tanto tecnólogicos como estilísticos en la distinción de la cerámica del Formativo y de Tiwanaku, asi como la cerámica local en compraración con la del Altiplano. Las muestras de cerámica Tiwanaku procedente de las áreas habitacionales del sitio Tiwanaku (Rivera, comm.pers.) y del Valle de Moquegua (Goldstein 1990) permitirán su comparación con la cerámica del altiplano. Los análisis de laboratorio en Pittsburgh se concentrarán en la elaboración de mapas de distribución de asentamientos, y en el análisis de la distribución espacial de artefactos en relación con características ecológicas y topográficas por medio del SIG y paquetes estadísticos.

7. SIGNIFICANCIA DEL PROYECTO

      Esta investigación representa un paso preliminar crítico orientado hacia un problema específico al considerar la interacción Tiwanaku-Cochabamba y la expansión territorial de Tiwanaku. Ofrecerá una oportunidad excelente para abordar arqueológicamente muchos aspectos del modelo actual de economía política Tiwanaku y la verticalidad andina.

      La investigación está dirigida a examinar la importante hipótesis de Kolata de que Tiwanaku se expandió hacia Cochabamba para adquirir productos agrícolas no altiplánicos. Como un enfoque al problema general de verticalidad, este estudio agrega dos aspectos importantes: (1) una comparación de modelos de los períodos pre-Tiwanaku y Tiwanaku; y (2) se concentra en la producción agrícola para examinar la característica más esencial de la verticalidad, es decir, la adquisición de recursos agrícolas de las zonas bajas. Hasta la fecha, la interacción de Tiwanaku con diferentes poblaciones ha sido solamente considerada en forma superficial (Lumbreras 1981; Berenguer 1978; Isbell 1983; Kolata 1983. 1992). Las condiciones locales políticas y económicas preexistentes se han reconocido sólo recientemente como causas de la variabilidad en la distribución regional de estructuras imperiales y de artefactos en las sociedades andinas (Menzel 1959; Morris 1972; Earle et al. 1987; Schreiber 1987, 1992; Hastorf 1990, 1991; D'Altroy 1987, 1992).

      Esta investigación trata de la hipótesis popular actual de que las economías verticales (en forma de archipiélago u otras), o la adquisición de recursos verticales, fueron una característica común de las formaciones políticas prehispánicas. El estudio proporcionará una prueba preliminar de profundidad de tiempo de esta suposición, estudiando la adquisición por Tiwanaku de recursos en el contexto histórico-diacrónico de la region de Cochabamba. No se puede esperar en una sóla temporada de trabajo determinar la naturaleza precisa de la interacción entre Tiwanaku y la población local de Cochabamba, pero la investigación proporcionará algunos conocimientos sobre la intensidad de dicha interacción, y determinará si la interacción Tiwanaku siguió los modelos pre-Tiwanaku de interacción altiplano-yungas/valles mesotérmicos. Más aún, la investigación ofrecerá importante información preliminar sobre los posibles efectos de la interacción con Tiwanaku en la población local.

      Asimismo, no puedo esperar determinar en forma concluyente si Tiwanaku mantuvo colonias en los yungas y valles mesotérmicos o si simplemente interactuó estrechamente con las élites locales. Sin embargo, puedo examinar la naturaleza y distribución de evidencias altiplánicas en las dos áreas de investigación en el contexto histórico y local, comparar los conjuntos de cada área a los de las regiones Tiwanaku altiplánicas, y así poder descartar algunas explicaciones sobre la variabilidad arqueológica observada, y sugerir vías futuras para la exploración de otras posibilidades.

      En resumen, la investigación que se propone realizar en el Valle de Cochabamba aportará las siguientes contribuciones a la arqueología de los Andes Centro-Sur:

(1) Proporcionará una investigación diacrónica sistemática de la dinámica de los asentamientos en la transición del período Formativo al período Tiwanaku en Cochabamba (ca. 500-700 d.C.).
(2) Evaluará la relación de dicha interacción con las características agrícolas de Cochabamba, y producirá una base de datos sistemática para comenzar a delinear las consecuencias de esos intereses en la organización sociopolítica y económica.
(3) Generará un estudio de caso comparativo específico y útil sobre la interacción interregional de una sociedad andina de gran escala que acrecentará nuestra comprensión de las sociedades prehistóricas más importantes de los Andes Centro-Sur;
(4) Producirá un conjunto de datos para entender la región durante el periodo de asentamiento del Horizonte Medio en Cochabamba: el período entre 300-1000 d.C. sigue siendo el menos investigado de la prehistória de Cochabamba;
(5) Contribuirá al afinamiento de la secuencia de la cerámica de Cochabamba con un análisis de cerámica sistemático; y
(6) Contribuirá a conectar cronológicamente los importantes esfuerzos de investigación actuales en Cochabamba, que se concentran en el período Formativo temprano (Donald Brockington: royecto Formativo) y la investigación futura sobre el Intermedio Tardío y el Horizonte Tardío (Craig Morris: Proyecto Inca).

      Es de esperar que el trabajo futuro acreciente las evidencias proporcionadas por esta investigación para poder lograr una mejor comprensión de la expansión territorial, imperialismo, la economía política y la interacción política entre sociedades prehispánicas.


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Revised: 29 May 1999